Todas somos putas
En todas habita una “mujer buena”, que sueña con llegar al altar o encontrar una pareja que le permita soñar, sentirse segura y amada, quizás adoptar un perro o tener un hijo, y una “mujer mala”, que no le importa que tan corta este su falda, que le agrada seducir con la mirada y se permite explorar su sexualidad, sin importar lo que piensen, digan o crean los demás, pero la verdad es que no somos, ni buenas ni malas, tan solo somos humanas.
Por eso cuando me llamaste puta por cobrar. Puta por entregarme a ti sin amar. Puta por disfrutar del placer de ser mujer. Puta por cambiar mi nombre acosta de tu placer. Puta por luchar y creer que las cosas deben mejorar. PUTA POR SER MUJER. Te quiero confesar que soy puta pero no bruta, tengo mucho que decir y es que ser puta ha sido mi elección, la elección de entregarte un servicio más no de venderte mi dignidad, mi vida, ni mucho menos mi corazón.
Las reglas son claras y las impongo yo, pero algo está mal, ya que te gusta observarme, acariciarme y al mismo tiempo juzgarme, te quiero preguntar: ¿por qué en el putiadero respetas mi consentimiento, pero en la universidad, en la calle y en cualquier otro lugar no?, ¿por qué cada vez que te pagan la quincena y vienes a visitarme consideras que mi trabajo es inferior?. Al igual que tú y todos, una parte de mi cuerpo, de mi existencia y tiempo se ponen en venta en función de generar una transacción, así como el panadero usa sus manos para moldear el pan, el escritor revela su interior para formar textos, la peluquera usa sus manos para hacernos sentirnos bellos. Yo, te vendo caricias, te guardo secretos y te enseño a ser seguro de ti mismo.
Soy puta, hija, hermana, mamá, novia y ante todo persona.
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